lunes, 1 de noviembre de 2010

Los desafíos de la primera presidenta de Brasil: Dilma Rousseff

Dilma Rousseff, una ex- guerrillera de 62 años convertida en poderosa ministra, se transformó en la primera presidenta de Brasil con una amplia victoria sellada por la prosperidad económica y la amplia popularidad de su predecesor y mentor, Luiz Inácio Lula da Silva.
Con casi 99% de los votos escrutado, Rousseff obtuvo el 55,93% de los votos superando el 44,07% de su rival, José Serra, el ex-gobernador de Sao Paulo, en la segunda vuelta de las elecciones. A comienzos de octubre, Rousseff ganó la primera vuelta pero no logró reunir el 50% necesario para evitar la segunda.
La elección catapulta a una relativamente desconocida burócrata al timón del mayor país latinoamericano, en el momento en que está forjando de un papel más preponderante en la economía global. Brasil se transformó en la octava economía del mundo en los últimos años, lo que le da suficiente influencia para presionar a Estados Unidos y Europa para que incluyan a los países emergentes en conversaciones sobre la crisis financiera global. Brasil organizará el campeonato mundial de fútbol de 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2014.
"Voté por Dilma porque espero que continúe el trabajo de Lula", dijo María Rosa Lima de Souza, una ama de casa de 52 años de Santa Teresa, un barrio de clase obrera en Río de Janeiro. "Nuestra forma de vida está mejorando", aseguró.
Rousseff, una economista dos veces divorciada que derrotó el cáncer este año, ganó con una plataforma continuista. Durante sus dos períodos de gobierno, Lula se transformó en uno de los presidentes más populares de Brasil gracias a una mezcla de políticas de estabilidad cambiaria y creciente gasto social que sacó a 21 millones de personas de la pobreza. Lula, que no se podía presentar a una segunda reelección, preparó a Rousseff como su sucesora.
Dilma Rousseff, presidenta electa de Brasil.
No es difícil ver porqué el mensaje de extender el legado de da Silva resonó en un país que se apresta a crecer 7% este año. Los ingresos de los hogares crecieron 32% durante la gestión de Lula y millones de nuevos integrantes de la clase media se mudaron a nuevas casas. Aunque muchos integrantes de la pudiente élite brasileña denigran tanto a da Silva como a Rousseff, ellos también se beneficiaron. El principal índice de la Bolsa de Sao Paulo subió más de 500% durante el gobierno de da Silva y Lamborghini eligió Sao Paulo para inaugurar su primer punto de ventas en América Latina.
Los resultados probablemente ponen punto final a la carrera de Serra, que fue derrotado por da Silva en 2002 y deja a su centro-izquierdista Partido de la Socialdemocracia Brasileña sin un liderazgo claro. Aunque se le reconoce r haber sentado las bases para las exitosas políticas económicas que da Silva luego adoptó, el partido no ha sido capaz de igualar la popularidad del Partido de los Trabajadores de da Silva.
Aunque los brasileños votaron por la continuidad, están recibiendo una líder muy diferente. Como mandatario, el afable da Silva, demostró ser capaz de mantener buenas relaciones con un espectro de políticos en Brasil y en el extranjero. Es posible que sea el único líder occidental que se lleve bien tanto con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, como con el de Irán, Mahmoud Ahmadinejad. Rousseff no tiene esa característica, dicen los observadores. Como jefa de gabinete, se ganó una reputación como una administradora dura e irascible. Mientras que da Silva es un generalista que confiesa leer poco, Rousseff se sumerge en los detalles económicos.
La primera tarea de Rousseff puede ser hacer la transición desde la ejecutora de las políticas de da Silva a una líder nacional. Uno de sus primeros desafíos puede ser el propio da Silva. Aunque el líder dijo que dejará la política por un tiempo, algunos analistas predicen que podría encontrar difícil no interferir. Algunos incluso especulan que el presidente, de 64 años, podría considerar postularse en 2014 cuando la Constitución se lo permite.
"Lula podría ser de gran ayuda para Dilma o podría ser muy dañino", señala Paulo Sotero, que encabeza el Brazil Institute del Centro Woodrow Wilson en Washington. "La pregunta es, ¿le dará a ella el espacio político para operar?"
Durante la campaña, Rousseff prometió construir sobre la base de los avances de da Silva para erradicar la pobreza extrema y elevar al país firmemente al club de los países desarrollados. Aunque Brasil ha avanzado a pasos agigantados desde que logró controlar la inflación a mediados de los años 90, aún tiene un largo camino que recorrer.
"Este ha sido un proceso de dos décadas desde un comienzo complicado a un nuevo nivel de prosperidad", explica José Sheinkman, economista oriundo de Brasil de la Universidad de Princeton que fue consultado por las autoridades durante el primer gobierno de da Silva. "El desafío para el nuevo gobierno es determinar los próximos pasos", consideró.
Para trasformarse en la nación rica que Rousseff imagina, Brasil debe abordar temas complejos como mejorar la educación y erradicar las crecientes tasas de delincuencia, dicen los economistas.
"No puede ser un esfuerzo fragmentado", advierte Marcio Garcia, economista de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro. "Hay que abordar la infraestructura, la educación, la productividad, hay que formalizar la economía", opinó.
Fuente: http://www.wsj.com/

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