La división muestra el arduo trabajo que aún les espera a reguladores y banqueros más de dos años después del momento más álgido de la crisis financiera, en un momento en que los bancos están recuperándose pero el crecimiento económico sigue restringido."Hay áreas todavía sin definir", dijo Stephen Green, presidente de la junta directiva de HSBC Group, uno de los bancos más grandes del mundo, en un encuentro con periodistas tras una reunión con otros ejecutivos en Corea del Sur. "Todavía hay trabajo por hacer, pero la dirección es correcta", agregó.
Los funcionarios que asistirán a una reunión del Grupo de los 20 países más desarrollados del mundo planean ratificar reglas que limitan el riesgo para los bancos más grandes del mundo al exigir a las compañías que mantengan reservas de capital que al menos dupliquen la cantidad que se les exigía en el pasado.
La decisión obligaría a algunas de las más grandes instituciones de crédito del mundo, como Deutsche Bank y Bank of America Corp., a operar bajo nuevas reglas destinadas a que los bancos sean más conservadores y estén menos expuestos a crisis.
Pero los esfuerzos por llegar a un compromiso en otras áreas, como los pasos a dar la próximo vez que se presente una crisis, han fracasado durante casi diez años debido a su complejidad y al incierto impacto sobre el crecimiento económico. Los críticos dicen que esta incertidumbre ha facilitado que los grupos de presión de la banca enfrenten a unos países con otros y traben un acuerdo global.
"Los gobiernos quieren poder decir que hicieron algo que será efectivo y eso, dicen, evitará una repetición, pero, de hecho, las instituciones se están volviendo más fuertes que nunca", dijo Ed Kane, profesor de finanzas del Boston College.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, elogió la rápida resolución sobre las reglas de capital en una carta que envió a los líderes mundiales el miércoles, pero dijo que hace falta más trabajo.
"El mercado no esperará que terminemos", escribió Obama. "Nos van a poner a prueba cada día. Necesitamos presionar y completar nuestra agenda de reformas, con nuevos pasos para asegurar que ninguna institución sea demasiado grande como para fracasar", enfatizó.
La atención ahora se traslada a otras áreas en las cuales los funcionarios gubernamentales mantienen mayores discrepancias, tales como la forma de asegurar que los bancos tengan suficiente financiamiento a corto plazo para continuar siendo solventes durante una crisis y cómo dividir los bancos internacionales que se declaran insolventes.
Los funcionarios planean emitir conjuntamente un comunicado en el que se comprometen a apoyar la ley Dodd-Frank aprobada en julio pasado en Estados Unidos, dijeron personas cercanas a las conversaciones. Específicamente, los líderes elogiarán partes importantes de la ley, tales como el endurecimiento de la regulación sobre los instrumentos financieros llamados derivativos y las nuevas reglas sobre los préstamos al consumidor.
También se espera que los funcionarios apoyen la idea de que los gobiernos tengan la potestad de dividir o liquidar las compañías financieras en quiebra para evitar una repetición de la caótica bancarrota de Lehman Brothers o el rescate del gobierno de American International Group. Inc.
Pero no han llegado a un acuerdo respecto a cómo funcionarían estos poderes. Por ejemplo, si un grupo con sede en Estados Unidos con operaciones en Europa y Asia estuviese camino de la quiebra, los funcionarios no tienen un plan conjunto respecto a la forma de liquidar la compañía y minimizar su impacto en otras firmas.
Este proceso es conocido como "resolución transfronteriza" y ha sido un foco de atención particular para los reguladores.
"Crear procedimientos para facilitar las resoluciones trans-fronterizas es crucial para evitar el contagio que ocurre como resultado del fracaso de una institución financiera grande", opina Frederic Mishkin, un economista de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia. "Es muy complicado porque hay que lidiar con sistemas legales que frecuentemente son muy diferentes", explicó.
Un asunto que los reguladores no estaban preparados para enfrentar durante la crisis fue la falta de efectivo de corto plazo y otros financiamientos que los bancos necesitaban para mantenerse solventes en momentos de creciente demanda de dinero por parte de los acreedores y de otros. El acceso a financiamiento en el corto plazo es conocido como "liquidez", y una falta de liquidez hizo caer a grandes compañías como Lehman Brothers y empujó a los reguladores a organizar rescates con dinero de los contribuyentes.
El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, un grupo de reguladores globales, se puso de acuerdo respecto a la necesidad de nuevos estándares de liquidez, pero sus miembros han discutido durante meses respecto a su posible impacto. Los bancos han dicho que obligarles a mantener una gran cantidad de activos fácilmente liquidables sería costoso y dañaría la recuperación global. Algunos reguladores se han mostrado de acuerdo, y han decidido postergar la implementación de algunas nuevas reglas en esta área hasta al menos 2018.
Estados Unidos aprobó recientemente estándares para dividir las instituciones financieras en quiebra, pero muchos otros países no han todavía adoptado reglas similares.
Los funcionarios dicen que están comprometidos a resolver las diferencias respecto a las liquidaciones y la liquidez pero no está claro cuánto tiempo les tomará. Michel Barnier, un alto comisionado de la Unión Europea, dijo a periodistas el mes pasado que los funcionarios deben moverse rápido porque "el tiempo para los mercados es mucho más rápido que para la democracia".
Fuente: http://www.wsj.com/
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