Por semanas, Wall Street ha anticipado dos eventos: las elecciones legislativas y estatales en Estados Unidos de este martes y el esperado anuncio de la Reserva Federal (Fed) el miércoles de que le echará una mano a los mercados financieros con la compra de bonos.
Ahora, la hora de la verdad ha llegado, pero en lugar de celebrar con júbilo, Wall Street está preocupado de que exageró un poco.
Algunos inversionistas están comenzando a temer que una vez que haya transcurrido la semana, se encontrarán con una economía lenta, un nivel de intervención mediocre por parte de la Fed y una situación en Washington de división e ira.
Temen que la Fed fracase en su intento por reanimar la economía y que el estancamiento en Washington evite que el Congreso actúe para estimular la actividad económica. El Promedio Industrial Dow Jones subió 12% en los dos meses terminados el 26 de octubre pero en las últimas jornadas retrocedió 50,97 puntos y terminó el viernes en 11.118,49 unidades.
La reacción de corto plazo de Wall Street a las noticias de esta semana dependerá, claro, de lo que ocurra. Si los republicanos triunfan ampliamente en las elecciones del martes y obtienen el control del Senado, se extenderá la esperanza de que los recortes impositivos del gobierno de George W. Bush se prolongarán por un año o dos más, no solamente para la gente común sino también para los ricos. A Wall Street le gusta que la gente rica tenga dinero y particularmente quiere que los impuestos a los dividendos y a las ganancias de capital se mantengan bajos. Una gran victoria republicana podría impulsar las acciones, al menos temporalmente.
Con respecto a la Fed, se ha extendido el temor de que el banco central no destinará tanto dinero a la compra de bonos como el mercado esperaría. Si la Fed sorprende a los temerosos con un programa enorme — digamos, de más de US$500.000 millones — entonces Wall Street quizás aplauda. En caso contrario, puede que no aplauda mucho por lo que llama QE2, o una segunda versión del "relajamiento cuantitativo", o sea los esfuerzos del banco central por inyectar dinero a la economía.
Pero a largo plazo, los inversionistas están comenzando a cuestionarse dos creencias muy extendidas referidas a las inversiones en época de elecciones: que el estancamiento en Washington es bueno para las acciones y que éstas inevitablemente suben en el tercer año de un período presidencial (en el caso de Barack Obama, en 2011).
Por ahora, lo único que parece casi cierto respecto a las próximas elecciones es la paralización legislativa.
Las encuestas sugieren que los republicanos ganarán fácilmente el control de la Cámara de Representantes. Incluso si no ganan la mayoría en el Senado, tendrán más de los 41 votos que se necesitan para impedir la aprobación de legislación que no les gusta. Aunque la Casa Blanca y los republicanos pueden llegar a ponerse de acuerdo respecto a algunos recortes de impuestos, las coincidencias entre ambas partes son escasas.
"La idea de que una paralización en el Congreso es buena para la economía no es obvia para nosotros", dijo en una nota el viernes Jan Loeys, director global de asignación de activos de J.P Morgan Chase. "La paralización seguramente promueve el statu-quo pero eso no es bueno en un momento en el que se necesita actuar", explicó.
En tiempo de prosperidad económica, cree Wall Street, un gobierno limitado es bueno para las acciones porque Washington no interfiere con el mercado. Pero en tiempos de problemas económicos, como los actuales, los inversionistas no están seguros de que un estancamiento legislativo sea algo bueno.
"Hay serios desequilibrios que deben ser enfrentados...", dijo Russ Koesterich, estratega de inversiones en la firma de gestión de activos BlackRock.
La principal pregunta es qué haría un Washington paralizado en caso de enfrentarse con una nueva recesión u otra crisis financiera. Pero otros asuntos están pendientes: el futuro de las firmas hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac, que controlan una enorme proporción de las hipotecas en EE.UU., los costos de Medicare y de la Seguridad Social, las disputas comerciales y otros asuntos que involucran a China , el moribundo mercado de la vivienda y el desempleo.
fuente: http://www.wsj.com/
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