La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) se embarcaría en una nueva ronda de estímulo monetario la próxima semana. La medida llegaría con una economía débil y una inflación baja como telones de fondo y en medio de las dudas sobre su sensatez y eficacia.
El banco central probablemente anunciará un programa de compra de bonos del Tesoro por un valor de cientos de miles de millones de dólares que se desarrollará a lo largo de varios meses, una iniciativa moderada comparada con las compras por casi US$2 billones (millones de millones) realizadas durante la crisis financiera. El anuncio se haría el miércoles al final de la reunión de dos días de la Fed.
El objetivo es elevar los precios de los bonos y, de esta manera, reducir las tasas de interés a largo plazo. La entidad espera que la medida estimule la inversión y el gasto y acelere la recuperación económica. La Fed, sin embargo, quiere dejar de lado el estilo estruendoso de la crisis en favor de un enfoque más moderado que le permita ajustar su política, y posiblemente incrementar las compras, conforme a la trayectoria de la economía.
El plan del presidente de la Fed, Ben Bernanke, para reanudar el programa de compras de bonos —una forma de estímulo monetario conocido como relajamiento cuantitativo— ha sido recibido con gran escepticismo entre algunos de sus colegas.
Thomas Hoenig, presidente del Banco de la Reserva Federal de Kansas City, dijo el lunes que una política monetaria más expansiva equivalía a hacer un "pacto con el diablo".
En los próximos meses, la oposición interna a la postura de Bernanke podría intensificarse cuando los gobernadores de tres bancos regionales de la Fed que han expresado escepticismo sobre el plan se conviertan en miembros con derecho a voto en el Comité Federal de Mercado Abierto. Existen 12 bancos regionales en el sistema de la Fed y cinco asientos con derecho a voto, cuatro de los cuales rotan cada año y uno que le corresponde siempre a Nueva York.
Los inversionistas ya prevén una intervención de la Fed en el mercado. Los precios de las acciones han subido desde que Bernanke mencionó, a fines de agosto, la idea de reanudar la compra de bonos. No obstante, los inversionistas y los analistas están divididos respecto a si la apuesta rendirá frutos.
En tiempos normales la Fed reduce las tasas de interés de corto plazo cuando quiere impulsar el crecimiento. El banco central, sin embargo, ya recortó las tasas a casi cero en 2008, por lo que ha debido recurrir a medidas no convencionales.
Algunos funcionarios de la Fed creen que la economía atraviesa cambios de largo plazo que no pueden ser acelerados por el banco central y les preocupa la posibilidad de que un gran programa de compra de bonos contribuya a desatar presiones inflacionarias o una nueva burbuja de activos.
Sin embargo, el punto de vista que probablemente prevalecerá en la reunión de la Fed, fijada para el 2 y el 3 de noviembre, es que la economía está fallando en dos frentes. En primer lugar, una tasa de desempleo de 9,6%, significa que la Fed no está cumpliendo su mandato legal de maximizar el empleo. El segundo problema es la inflación, que acumula poco más de 1% en lo que va del año, mientras que la meta de la Fed es de cerca de 2%, y corre el riesgo de caer aún más. Con tanta capacidad productiva ociosa y fuerza laboral desocupada, muchos economistas creen que es improbable que la Fed provoque un nivel preocupante de inflación.
Pese a que los detalles del programa aún se debaten internamente, los trazos generales ya han tomado forma.
A diferencia de lo ocurrido en marzo de 2009, cuando lanzó un enérgico programa para comprar US$1,75 billones de bonos hipotecarios y del Tesoro durante un lapso de entre seis y nueve meses, en esta ocasión la Fed quiere disponer de flexibilidad para evaluar si el programa da resultado.
Bernanke ha usado la analogía de un golfista con un nuevo palo. Sin saber qué resultados obtendrá, la mejor estrategia que puede adoptar es golpear suavemente al principio y seguir haciéndolo hasta que logre determinar el modo más efectivo de utilizarlo.
La Fed dejaría abierta la posibilidad de hacer más compras en el futuro, particularmente si la inflación sigue por debajo de 2% y el desempleo sigue siendo alto. También podría suspender el programa si la economía o la inflación repuntan sorpresivamente.
El banco central estadounidense actualizará sus pronósticos de crecimiento, desempleo e inflación de aquí hasta 2013 durante la reunión.
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