domingo, 24 de octubre de 2010

Estados Unidos, China y la guerra de las divisas


La receta de Estados Unidos para un crecimiento más dinámico de la economía mundial tiene tres ingredientes. Los países con grandes superávits comerciales, China en particular, deben exportar menos y depender más del gasto de sus propios consumidores. Los países con amplios déficits comerciales, sobre todo Estados Unidos, tienen que exportar más y reducir el consumo interno. Para que ello ocurra, el dólar tiene que caer.
El secretario del Tesoro, Timothy Geithner y el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, hablan de los dos primeros ingredientes pero no son explícitos respecto al tercero.
La lógica, tomada de los libros de texto de economía, es que un declive del dólar debería abaratar las exportaciones de EE.UU., aumentando su atractivo y, de paso, disminuyendo el de las exportaciones asiáticas. Pero no es un elixir mágico
"Un tipo de cambio 30% más barato no va a ser de mucha ayuda para un trabajador estadounidense no especializado o semi-especializado que compita directamente con la mano de obra china", sostiene Barry Eichengreen, economista de la Universidad de California en Berkeley, en un próximo libro sobre el dólar. Pero no hay forma de conseguir el muy discutido "reequilibrio" de la economía mundial sin un debilitamiento del dólar.
El mundo, no obstante, no funciona de forma tan aséptica como en los libros de texto y por eso los gritos de "guerra de divisas" del ministro brasileño de Hacienda, Guido Mantega, que le valieron las críticas, en privado, de sus pares en un reciente encuentro en Washington.
¿ Se trata de una guerra que EE.UU. ya ganó y sólo queda negociar las condiciones de la rendición? Después de todo, si la Reserva Federal imprime suficientes dólares, es decir si emprende el relajamiento cuantitativo, el incremento de la oferta devaluará el valor de la moneda. ¿O acaso tiene razón Yiping Huang, un académico chino y ex economista del Citibank, cuando dice que EE.UU. "no ganó la última guerra de divisas con Japón. Es menos probable que gane una nueva guerra con China"?.
¿Acaso es una guerra sin vencedores? El gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, sugirió ominosamente esta semana que "políticas contrapuestas" podrían producir "un indeseablemente bajo nivel de producción mundial y todos los países estarían peor".
El fantasma de que todos los países intenten devaluar su moneda más que la de sus competidores para estimular las exportaciones genera imágenes atemorizantes de la Gran Depresión. Pero aún no hemos llegado a esos extremos.
La disputa actual tiene más que ver con la velocidad. Los gobiernos y los consumidores de EE.UU., Japón, Gran Bretaña y buena parte de Europa continental están bajo presión para reducir su endeudamiento pronto. China está tratando de dilatar el cambio desde el motor exportador al motor del consumo por temor de que no pueda crear empleos en otros sectores con la suficiente velocidad.
Las tensiones se manifiestan en los mercados cambiarios. Desde que Bernanke señaló el 27 de agosto que la Fed se preparaba para emitir más dólares, la moneda estadounidense ha caído más del 6% contra las principales divisas pero sólo 2% frente al yuan.
En este enfrentamiento, las víctimas inocentes son los mercados emergentes como Brasil, Israel e India. A medida que los inversionistas huyen de las bajas tasas de interés en Estados Unidos, Europa y Japón, las monedas de estos países suben y hacen peligrar las exportaciones.
Antiguamente, un puñado de ministros de Finanzas de EE.UU., Europa y Japón hubiesen intentado solucionar estas disputas durante una cena. Se supone que el G-20 es el nuevo foro para estos propósitos, debido a que China se sienta a la mesa. Pero esa mesa puede ser demasiado grande para negociar un acuerdo importante.
Bernanke y Geithner se están moviendo con delicadeza. La semana pasada, cuando el presidente de la Fed enumeró los pros y los contra de emitir más dinero, no mencionó el inevitable impacto en el dólar. No es de extrañar.
"El peligro es un ajuste desordenado, en el que los inversionistas pierdan confianza en el dólar", dice Eichengreen. "La Reserva Federal es claramente consciente de ese riesgo. Esa es una razón por la que el relajamiento cuantitativo será paulatino", aseveró.
Geithner también ha optado por la diplomacia. Lo que quiere decir es lo siguiente: el dólar ya ha caído contra las grandes monedas y eso está bien. Mientras más rápido los chinos cumplan su parte, mejor para todos. Pero no lo estamos haciendo para evitar poner nuestra casa fiscal en orden. Ah, y como reconoció explícitamente esta semana, sabemos que el dólar no es solamente nuestra moneda. Es la moneda en la cual se hacen los negocios en el mundo. Así que seamos cuidadosos.
De: David Wessel http://www.wsj.com/

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