El aumento de los precios de la gasolina amenaza con frenar la recuperación de Estados Unidos justo cuando parece estar cobrando impulso.
Los precios de la gasolina han aumentado drásticamente en las últimas semanas. El precio promedio del galón de gasolina regular subió 13,5 centavos, a US$3,518 la semana pasada, según la AAA, una asociación de automovilistas. En algunas partes del país, sin embargo, se han experimentado aumentos mayores, con precios llegando a los US$4 por galón en ciertas áreas de California.
Hay un riesgo todavía mayor: las crecientes tensiones en Irán intensificaron la amenaza de una interrupción significativa del suministro de petróleo a nivel mundial, que según los expertos podría enviar el precio a las nubes. El martes, los precios del petróleo a futuro subieron tras los reportes que indicaban que Irán cortaría el suministro a seis países europeos, como represalia al embargo de la UE contra el petróleo iraní que entraría en vigor en julio. Más adelante, el ministro de Hidrocarburos de Irán desmintió la información.
Los precios del petróleo afectan prácticamente todos los aspectos de la economía estadounidense. Obligan a los consumidores a recortar otros gastos discrecionales como salidas a comer en restaurantes, cortes de pelo y vacaciones, perjudicando a tales industrias. Las empresas, a su vez, afrontan menores márgenes de ganancia, puesto que tienen que pagar más para llevar sus productos al mercado, y mayores costos en plásticos y otros derivados del petróleo. Un aumento prolongado puede conducir a la inflación y deprimir el empleo.
El alza del combustible "tiene el poder de descarrilar la recuperación económica que ya no se ve muy fuerte", dijo Paul Dales, economista de la firma de investigación Capital Economics.
Al igual que Dales, otros economistas temen que se repita la situación del año pasado, cuando el alza en los precios del petróleo a raíz de la crisis de Libia frenó en seco el repunte de la economía estadounidense. "Los precios del petróleo y el gas jugaron un papel muy importante en la posterior desaceleración de la economía estadounidense a mediados del año pasado", señala Dales.
Los mayores precios del petróleo tienden a aparecer primero en el gasto del consumidor. Los estadounidenses dedican menos del 5% de su ingreso disponible a la compra de combustible, pero debido a que la mayoría de las familias no pueden recortar fácilmente el uso del automóvil, al menos en el corto plazo, el alza de la gasolina se traduce en un menor gasto en otras áreas. Por otra parte, debido a que los precios del combustible son tan visibles tienen un impacto desproporcional en la confianza del consumidor, señala Chris Christopher, economista de IHS Global Insight.
"El estadounidense promedio no puede decirle a su jefe, 'oiga, necesito ganar más porque me está costando más llegar al trabajo'", señala Christopher.
Tomado de www.wsj.com
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